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domingo, 14 de octubre de 2012


¿Cómo funciona el enojo en nuestro cuerpo?

El  enojo es un sistema de alarma que activa el mecanismo de huir o pelear, el cual te pone alerta para afrontar la situación que se percibe como de peligro.

Dicho mecanismo de huir o pelear, libera las hormonas adrenalina y cortisol, lo que se siente como una descarga de energía.   Se aceleran los latidos del corazón y la respiración se vuelve más agitada. Los vasos sanguíneos se contraen y la presión aumenta.    Los músculos se tensan.

Esa reacción nos permite aguzar los sentidos, enfocarnos y tener la energía suficiente para actuar rápidamente.




Consecuencias negativas del enojo crónico

¿Han escuchado alguna vez la anécdota de que a una persona le dio diabetes por un coraje?


Pues aunque seguramente esa persona ya tenía descontrolada la glucosa en sangre, y no fue UN coraje, sino seguramente varios, es cierto que el enojo genera una serie de consecuencias en el cuerpo que pueden aumentar el riesgo de desarrollar enfermedades tan graves como la diabetes, hipertensión o incluso causar un infarto al corazón.

Cuando el enojo se vuelve crónico, el sistema cardiovascular se desgasta.   Un exceso de cortisol en sangre genera un desbalance en la glucosa-insulina en sangre (como expliqué en este post), aumenta los niveles de colesterol, generando placas en las arterias y aumenta la presión sanguínea.   Todo esto es la antesala de un problema cardiaco grave.

Aunado a esto, se afecta el funcionamiento de la tiroides y con ello el metabolismo.

En cuanto a digestión, el enojo aumenta la secreción de ácido en el estómago, causando dolor, gastritis, reflujo, náuseas y aumentando el riesgo de la formación de úlceras.

Además, como se disminuye el flujo sanguíneo hacia los intestinos durante el mecanismo de huída o pelea,  se afecta el ritmo de las contracciones del intestino, generando problemas para evacuar que se manifiestan o con estreñimiento o con diarrea.

La tensión muscular crónica genera dolor, incomodidad y puede desencadenar migrañas e insomnio.

Estar enojado genera cansancio.  Esa contante tensión, estado de alerta, energía…genera fatiga crónica.  Un ciclo en el que estados de mucha energía son seguidos por estados de extremo cansancio.

El enojo afecta la relación que tenemos con nosotros mismos y con los demás, genera relaciones conflictivas y problemas en todos los ámbitos de nuestra vida.



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